|
Una de las voces más privilegiadas y queridas de América es la de Julio Jaramillo, cantante guayaquileño, y es a través de su biografía que sus canciones cobran vida. Julio Alfredo Jaramillo Laurido, a quien se lo conoce como Jota Jota, nació el 1 de octubre de 1935 en un pequeño departamento en Gómez Rendón y Villavicencio en la ciudad de Guayaquil. Fue un hombre lleno de debilidades y virtudes como cualquier ser humano, que tuvo el don de cantarle al amor como ningún otro lo hizo en Ecuador, y quizá en Latinoamérica. Muy aclamado en Venezuela, México y Colombia. Procreó 27 hijos si se tiene en cuenta que su padre, Pantaleón Jaramillo, trajo 40 hijos aunque sólo Julio, Pepe y una niña que falleció a los 5 años fueron hijos de su matrimonio con Apolonia Laurido, descendiente de jamaiquinos y quien enviudó dos días después de la muerte de la niña porque el padre que era sastre y marmolero decidió hacerle la cruz a la pequeña, con tan mala suerte que al desmoldarla le cayó encima y lo mató. Pero el destino ya tenía previsto que él y Pepe serían músicos. Lo llevaban por la sangre de su madre y frente a su casa se pasó a vivir Ignacio Toapanta, un profesor de música que se encariñó con ellos, los dejaba jugar con sus instrumentos y les enseñó a tocar guitarra. El inquieto Julio le tomó tanto cariño que construyó una con caña para poder tocar en su casa. Cuando terminó su tercer grado lo matricularon en la escuela que dirigía Francisco García Avilés, autor de la letra del pasillo Guayaquil de mis amores. Quizá ese fue el empujón definitivo en la carrera musical de Julio. Cuando Pepe, el hermano de Julio cumplió 15 años se ganó un concurso radial cuyo premio era una presentación en un centro nocturno y este hecho fue el inicio de su carrera artística; pese a ello Pepe fue disciplinado, terminó sus estudios y más tarde en Colombia siguió una carrera de filosofía y letras, se convirtió en educador y olvidó el canto. No sucedió lo mismo con Julio que quiso emular a su hermano, pese a que éste lo desestimulaba. Con el auge del banano ecuatoriano los músicos se volvieron prósperos y esa bonanza coincidió con el comienzo de la carrera de Julio. A los 18 años alquiló una pieza para vivir con una chica llamada Irene. Con ella tuvo a su primer hijo que murió a los ocho meses. En esa época él trabajaba en una zapatería, mientras seguía insistiendo por volverse cantante, sin resultado positivo. En sus inicios bohemios, solía frecuentar La Lagartera, una esquina donde hoy todavía van músicos a ofrecer serenatas a cambio de unas monedas. Poco a poco la gente del medio artístico se fue acostumbrando a su presencia. Primero le permitieron que los acompañara con la guitarra y luego, a regañadientes, lo dejaban cantar. Su primera intervención la hizo en Radio Cóndor. Allí conoció a Rosalino Quintero, quien se convertiría más tarde en su compañero de fórmula, su arreglista y quien le tocaba la guitarra y el requinto. Participó también en Radio América y cuando salía de allí se iba para El Cajón, cantina de renombre entre artistas. Allí su hermano le presentó a Carlos Rubira Infante, quien le enseñaría a cantar. En Radio El Triunfo conoció a Julio Morante quien le presentó a Odalina Sánchez de quien se enamoró y con la que se fue a vivir enseguida al departamento de Morante. Y aunque Julio rompió con Irene ella se quedó viviendo con la madre de Julio llamada doña Polita. Odalina le dio un hijo llamado Francisco nacido el 9 de marzo de 1955, pero Julio dio la primera gran sorpresa de su vida al casarse dos meses después del nacimiento de su hijo y sin haber cumplido los 20 años, con María Eudocia Rivera, una chica que cantaba y que conoció en una emisora y que tenía cuatro meses de embarazo. Aún casado siguió con Odalina y tuvo dos hijos más con ella. El solo era fiel a una cosa: la música. Se cree que en 1952 Julio grabó la marcha Nuestro Líder para el político Carlos Guevara, del cual se imprimieron 12 acetatos. Esa experiencia lo motivó para buscar a la cantante Fresia Saavedra para proponerle que cantaran juntos. Impresionada por la determinación del jovencito aceptó grabar con él en 1955 el yaraví "Mi madre querida" y el pasillo "Mi corazón", acompañados por Rosalino Quintero en la guitarra. Aunque el disco no tuvo éxito, grabó con su maestro Carlos Rubira Infante el pasillo Esposa. Pero fue un pasillo titulado "Fatalidad" que ya había grabado Olimpo Cárdenas exitosamente con discos Victoria en Medellín, el que lo catapultó a la fama en marzo de 1956. Cuando le propusieron grabarlo en Ecuador le pidieron cantarlo igual, pero él respondió: "No, lo voy a hacer mejor". En vez usar la guitarra Rosalino Quintero utilizó el requinto y le dieron un ritmo entre vals peruano y ecuatoriano. Desde el primer día que salió al mercado fue un éxito y en una semana se vendieron 6 mil copias y tuvieron que reimprimirlo. El éxito fue tan arrollador que al finalizar 1956, Julio ya había grabado una docena de discos para el sello Onix. Te odio y te quiero, Hojas muertas, Elsa y Carnaval de la vida, fueron las más populares, aunque Nuestro juramento del puertorriqueño Benito de Jesús, que Rosalino convirtió en bolero, tuvo un éxito especial. Casi todos los discos se enviaron a Lima, y opacaron la fama que Fresia Saavedra había cosechado en años. Al poco tiempo de recibir una remesa de discos en México la disquera Peerles se interesó por Julio que casi de inmediato tuvo que hacer giras de concierto por Perú y Chile. A Colombia llegó por primera vez a Cali donde se reencontró con su hermano Pepe que dos o tres años antes había emigrado. En los intervalos de sus viajes Julio cantó en los cines de Guayaquil, pues era costumbre que un artista se presentara antes de una película. Fue tal el éxito que inicialmente cantaba los sábados y domingos y tuvieron que extenderle el contrato para que cantara toda la semana dos veces por día. Su vida bohemia y desordenada ha hecho creer que Julio Jaramillo murió de cirrosis, pero contrario a lo que se cree y a pesar de que bebía mucho, Julio Jaramillo murió a causa de un paro respiratorio y renal producido luego de dos operaciones para extirparle cálculos en la vesícula. Murió el 9 de febrero de 1978 en las horas de la noche, segundos después de reír a carcajadas por un chiste. Tan pronto se supo por la radio su muerte, el pueblo se agolpó junto a la clínica y aunque él pidió reiteradamente que no le rindieran homenajes póstumos, cerca de 200 mil personas lo tuvieron en cámara ardiente durante tres días, lo acompañaron al cementerio y con respeto y profundo dolor cargaron su ataúd. Así despidieron al ídolo del pueblo, al zorzal del Ecuador. Olimpo Cárdenas, Daniel Santos, Alci Acosta, Lucho Gatica, Leo Dan, Leo Marini, Mario Moreno "Cantinflas" y Pedro Vargas enviaron notas de condolencia y Venezuela lo lloró como si fuera un hijo suyo. |