Compay Segundo, una de las leyendas de la
música cubana del siglo XX, ha perdido una apuesta a los 95 años.
Compay, cuyo verdadero nombre era Máximo Francisco Repilado Muñoz, siempre aseguraba con una sonrisa de oreja
a oreja que viviría hasta los 115, edad en que murió su abuela Ma Regina, y luego "pediría una prórroga".
Decía que fumaba puros desde los cinco años.
"Yo nací en Oriente, en un pueblo que se llama Siboney, al pie de El Caney, donde las frutas son como
flores, llenas de aroma y saturadas de miel", decía en una entrevista concedida a la BBC hace un par de años,
citando la famosa canción de Félix Caignet. En ese pueblo, a pocos pasos de Santiago de Cuba, la cuna de lo mejor
de la música tradicional cubana, lo recibieron los perfumes del mamey y la piña el 18 de noviembre de 1907.
Recuerdos
Francisco fue el séptimo de una familia de nueve hijos. Su padre era ferroviario...
"Mi primer recuerdo musical: oí al gran Sindo Garay, que llegó a la estación del tren, se bajó a lavarse las
manos en mi casa y la cara", le contaba Compay a Juan Carlos Jaramillo de la BBC. "Después que se lavó,
le dijeron, 'no se vaya para que tome café, que le van a colar café', se quedó y le preguntaron '¿Y no nos va a
cantar una canción?', y sacó la guitarra... Ahí fue donde yo, por primera vez, oí una guitarra, tenía siete años".
Poco después murió Ma Regina, quien había nacido esclava y a quien Francisco le encendía los puros desde que tenía
cinco años.
Barbero... tabaquero
Al terminar la Primera Guerra Mundial, su padre perdió el trabajo y la familia se mudó a Santiago, donde el futuro
Compay comenzó a aprender a tocar "de oído". Más tarde estudió música clásica, tocó el clarinete con la banda
municipal, aprendió a tocar el tres, inventó un instrumento al que llamaba "armónico", fue peluquero, barbero,
tabaquero. Y de paso, avanzaba por los caminos de la música en compañía de sus amigos Antonio Machín, ñico Saquito,
Benny Moré, Miguel Matamoros. Con su primo Lorenzo Hierrezuelo comenzó a tocar en el Cuarteto Hatuey, en 1934.
Chan Chan
En 1949, en una ocasión en que la célebre cantante y guitarrista María Teresa Vera estaba enferma, Lorenzo comenzó
a tocar de nuevo con Francisco y esta vez formaron el dúo Los Compadres. De esa época es su mayor éxito, el famoso Chan Chan:
De Alto Cedro voy para Marcané
Llego a Cueto, voy para Mayarí...
En el 55, Francisco dejó Los Compadres y comenzó a trabajar con el nombre de Compay Segundo, con su propio conjunto.
Y así pasaron los años.
Buena Vista Social Club
Cuatro décadas más tarde y con más de cien canciones bajo su manga, Compay comenzó a recorrer el mundo con el proyecto
de Juan de Marcos González y Ry Cooder, el Buena Vista Social Club. En los últimos años, el músico nonagenario realizó
grabaciones con varias estrellas de su país y con artistas de otras latitudes, incluidos Cesaria évora, Charles
Aznavour y Khaled. "¿Quién me iba a decir que a mí, Compay Segundo, hasta el papa Juan Pablo II me iba a recibir
en el Vaticano?", decía con orgullo. También afirmaba que admiraba al presidente cubano, Fidel Castro, quien,
en su opinión, se preocupaba por la educación y la cultura de su país.
Picardía
El célebre músico enviudó dos veces, tuvo por lo menos cinco hijos, y a los noventa y tantos años decía que tenía una
novia de cuarenta. Nunca perdió la alegría juvenil que brillaba en sus ojos, ni la picardía contagiosa que se traducía
en muchas de sus canciones, incluida una de últimas, que decía:
No hagas el amor, compay,
cuando estés borracho
porque la culpa de los mayores
la pagarán los muchachos.
Aunque Compay perdió una apuesta, la otra prórroga, la de la música, la recibió hace tiempo. Y esa dura siempre.
"Iré a Santiago", dice un poema de Federico García Lorca que Compay incluyó en uno de sus últimos discos,
"Iré a santiago. Cantarán los techos de palmera... ¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!"
Fuente: news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_3065000/3065709.stm
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