Un dovere morale Una lotta costante
Mondo Latino

TEODORICO QUIROS

Iglesia San Isidro de Coronado (Costa Rica) Para decir la importancia de Teodorico Quirós, Manuel de la Cruz González -también artista, también indispensable, también Magón- resumió: "Todos hacíamos cositas, pero vino Quico y nos encendió. Nos sacó de la casa y nos puso a pintar". Ese "todos" incluía a Fausto Pacheco, a Paco Zúñiga, a Juan Rafael Chacón, a Max Jiménez, a Paco Amighetti, al Indio Sánchez. Es decir, toda una generación de artistas excepcionales, con ideales afines respecto al arte y al artista, pero que requerían de una figura que los aglutinara, que les prestara un escenario para empezar con su función.

Esa figura fue Quico Quirós, él mismo pintor y arquitecto inquieto, quien en 1928 propuso al Diario de Costa Rica, por entonces el de mayor importancia en el país, el patrocinio de una exposición anual de artes plásticas. En tal escenario esos artistas, casi todos menores de 30 años, legitimaron su propuesta de una plástica costarricense, contraria al academicismo decimonónico. Una segunda parte de esta labor de legitimación la dieron Quirós y Jiménez al fundar, en 1934, el Círculo de Amigos del Arte.

Solo por este papel catalizador, en un momento clave del desarrollo cultural costarricense, el nombre de Teodorico Quirós merece un lugar en nuestra memoria. Sin embargo, también fue él quien sentó las bases del paisajismo costumbrista costarricense, quien descubrió sus posibilidades, quien insinuó sus reglas. Quien lo inventó, finalmente.

Beto Cañas, en otro de sus geniales chisporroteos, recordó en 1973 que alguien dijo que >Quico Quirós es para la pintura lo que Aquileo para la poesía. Sí, que inventó el paisaje costarricense y que la Naturaleza, atenta a la recomendación de Oscar Wilde, siguió imitándolo. Y dijo más don Beto: que por esa coincidencia entre paisaje y paisaje, entre lo que vemos y lo que deseamos ver, decimos a secas Quico, y no hay confusión, como tampoco la hay con Aquileo. Y tampoco con don Beto, valga la nota al pie.

Teodorico Quirós nació en San José el 28 de agosto de 1897, en una casa con alguna preferencia por el arte; por eso, no es de extrañar que apenas con siete años ingresara a la Escuela de Bellas Artes, que dirigía Tomás Povedano. En 1916, tras concluir la secundaria, viajó a Estados Unidos a estudiar arquitectura en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT); en los años que permaneció en el país del norte, Quico se empapó de las nuevas corrientes en pintura y en diseño que, a diferencia de las europeas, tendían al localismo.

Al regresar a Costa Rica en 1921 comenzó su búsqueda de una identidad artística, de un estilo propio, singular; esta búsqueda tendría por resultado el Quico Quirós inconfundible de los años cuarentas y siguientes. Mientras tanto, en sus pesquisas artísticas, consiguió un dominio envidiable de la técnica, y el conocimiento de las sombras y las luces que harían únicas sus casas de adobes.</ p>

Al mismo tiempo que paisajista y creador de espacios de expresión, Quico fue arquitecto y docente. Como arquitecto, fue el responsable de las iglesias de San Isidro de Coronado, Aserrí, San Rafael de Escazú y Ciudad Quesada, del Palacio Municipal de Cartago y de la Escuela Omar Dengo, entre otros edificios existentes; además, tuvo a su cargo la preservación de las iglesias de Ujarrás y de Orosí. Como docente, fue nombrado decano de la Facultad de Bellas Artes al fundarse la Universidad de Costa Rica; desde este cargo, innovó la enseñanza al poner a sus estudiantes a practicar con modelos vivos y a trabajar la luz al aire libre.

Incansable para pintar e incansable para exponer, las obras de Quirós evolucionaron a partir de los años sesentas hacia el colorido abundante, hacia los tonos primarios que se transforman; hacia la "pintura pura", como la llamó don Beto, de gran simplicidad formal. Teodorico Quirós falleció el 27 de julio de 1977.</ p>

"Mis cuadros son Costa Rica, y lo único que he hecho es captarla en sus bellezas".

Fuente: www.mcjdcr.go.cr/magon/teodorico_quiros_1974.html